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    Próximamente saldrá a la venta la última publicación del Instituto Universitario "La Corte en Europa". La Monarquía española durante la Edad Moderna no fue una entidad política centralizada con leyes e instituciones comunes en todos los territorios que la compusieron. Todo lo contrario, fue una yuxtaposición de reinos, en los que cada uno conservó su propia organización política y administrativa conforme se fueron uniendo (desde el siglo XV), ya fuera por herencia o por conquista, que estaban bajo la jurisdicción de un mismo monarca. Esto significó que no solo existieron instituciones y legislación diferentes, sino también que cada reino mantuvo su propia casa real y su corte aunque el rey no residiera permanentemente en ellos (esta deficiencia venían a llenarla los virreyes). La diversidad de casas reales llevó a numerosos enfrentamientos entre los servidores de las distintas casas, al mismo tiempo que suponía un gasto desmesurado para las rentas de la corona. Durante los siglos XVIII y XIX se fueron precipitando una serie de cambios en la corte y en la casa real que tuvieron un alcance más profundo que la mera preocupación por ajustar el presupuesto. Cuando se analizan detenidamente estas trasmutaciones se percibe que respondían a una evolución de la organización política de la Monarquía (como sistema cortesano) hasta transformarse en el Estado liberal. La casa real, núcleo desde donde se había iniciado la corte en la Baja Edad Media, comenzó a experimentar una serie de transformaciones que eran síntoma de la descomposición de la organización política y cultural tradicional, que presagiaban un nuevo tipo de Estado. AUTORES Beatriz BLASCO ESQUIVIAS Álvaro CÁNOVASMORENO Natalia GONZÁLEZ HERAS Félix LABRADOR ARROYO Roberto LÓPEZ VELA Cristina B. MARTÍNEZ GARCÍA José MARTÍNEZ MILLÁN David QUILES ALBERO Carlos REYERO HERMOSILLA Jesús Ángel SÁNCHEZ RIVERA Natalia TEJA REGLERO Jesusa VEGA GONZÁLEZ
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    Autores

    Gambra Gutiérrez, Andrés Labrador Arroyo, Félix

      La Corte no puede identificarse con un elemento concreto de la organización política de las Monarquías europeas anteriores al siglo XIX, sino que constituye un paradigma político. Es decir, fue el marco institucional y político en el que se desarrollaron los acontecimientos, y podría afirmarse que los sucesos que no se dieron en la Corte o repercutieron sobre ella no existieron políticamente hablando. Esto es, la Corte se constituyó (utilizando la terminología aristotélica) en la “forma” política del reino. La Monarquía hispana fue una gran organización política articulada por cortes. Tal estructura de organización conllevaba la existencia en cada reino de una “corte” y de una o varias “casas reales”, lo que en apariencia constituye una contradicción, pues una sola era la persona del monarca. De ahí que, siendo una única organización política, sus reyes dispusieron de numerosas casas reales, completamente formadas y en plenitud de funcionamiento, donde se integraban y prestaban servicio las elites de los diferentes reinos. Uno de ellos era el de Castilla, cuyos monarcas, al igual que en el resto de Europa, habían articulado desde la Baja Edad Media, en el marco de la Corte y de la Casa real, una dilatada serie de departamentos y servicios, concebidos y desarrollados para satisfacer sus necesidades. Los historiadores que han estudiado la Casa de Castilla, sus orígenes y los oficios que la componían, han mostrado cómo adquirió entidad con departamentos y secciones, sobre todo a partir de la dinastía Trastámara. Pero ningún monarca ordenó –que sepamos– la redacción de unas ordenanzas que fijasen sus secciones y definiesen el cometido de sus oficios, y mientras Castilla perduró como reino independiente, semejante “descuido” no tuvo consecuencias. El problema se planteó cuando una dinastía nueva, los Habsburgo, con casa propia y más perfeccionada que la castellana, heredó los reinos y territorios articulados en torno a la corona de Castilla. Durante los reinados de Carlos V y Felipe II, las elites castellanas que colaboraron en la articulación de la Monarquía hispana incurrieron en una contradicción: si, en un primer momento, cuando Carlos V reunió las Cortes en Valladolid en 1518, se mostraron reticentes y recabaron el protagonismo de la Casa de Castilla de la que formaban parte, no sucedió lo mismo cuando, años más tarde, el Emperador, interesado en facilitar la proyección del príncipe Felipe fuera de Castilla con motivo del viaje que realizó por Europa en 1548, dispuso que se sustituyese en el servicio del príncipe la Casa de Castilla, que venía siendo la suya, por la Casa de Borgoña. En esta ocasión, las elites castellanas aceptaron la nueva modalidad de servicio con tal de que sus miembros ocupasen los distintos cargos. La Casa de Castilla, sin ordenanzas y regida por la costumbre, se limitó a poner algunas de sus secciones al servicio de la Casa de Borgoña, produciéndose una simbiosis entre algunos cargos y funciones que estaban repetidos, castellanizándose ésta última al ocupar las elites del reino de Castilla los principales cargos y oficios de la Casa de Borgoña. Solo la Casa de las reinas se mantuvo conforme al modelo castellano de la época de Isabel la Católica, no sin que la influencia de Borgoña se dejase ver en las etiquetas que se dieron en 1575 para el gobierno de la Casa de la reina Ana. Esta confusa y etérea unión de Casas –la del Reino que sustentaba el Imperio y la de la dinastía– se mantuvo sin problemas durante el siglo XVI, mientras las elites castellanas controlaban e influían en el gobierno de la Monarquía. En el siglo XVII, esas elites fueron desplazadas, y las quejas y vindicaciones de los méritos de Castilla en la construcción de la Monarquía comenzaron a afirmarse en términos de contestación, llegándose al punto de que la Casa de Castilla (sin ordenanzas, pero con tradición) se convirtió en la “oposición política” al gobierno.  
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  • bunes-contraportadabunes-portada
    En este volumen se analizan las actuaciones de Felipe III, el duque de Lerma, el de Medina Sidonia, los virreyes de Mallorca y sus homólogos de Nápoles y Sicilia en las diferentes partes en las que podemos dividir el Mediterráneo y la Berbería de las dos primeras décadas del siglo XVII. Un reinado marcado íntegramente por una intensa actividad interior y exterior con respecto a los musulmanes, tanto firmando alianzas y tratados como realizando medidas agresivas y muy expeditivas hacia ellos, además de apoyar guerras y sublevaciones de grupos cristianos e islámicos enfrentados a la Sublime Puerta. Dejando a un lado la cuestión de los moriscos y de los cautivos, que son en la actualidad disciplinas en sí mismas, la política en el Mediterráneo de Felipe III permite abordar el reinado desde otras perspectivas y entender, o por lo menos intentarlo, las claves de las actuaciones que se realizaron en estos dos decenios. El trabajo parte de la idea de que desde 1598 a 1621 se crea una política propia y específica, tanto por Felipe III y Lerma, como por otros hombres claves de este reinado; empresas que no son exclusivas del hijo del Rey Prudente, ya que acciones agresivas con respecto a los musulmanes también son emprendidas por el Sacro Imperio, Toscana, Roma, Saboya, además del mayor protagonismo que adquiere Malta en la vida de este mar. La crónica de un espacio que sigue siendo uno de los ejes centrales de la historia europea, aunque con unos caracteres y ritmos distintos a los del período anterior, en el que se agolpan un gran número de actores, viejos y nuevos, que llenan de vida, sucesos y protagonistas estas aguas.

    Índice

    INTRODUCCIÓN CAPÍTULO 1 La política de Felipe III en Marruecos La guerra civil a la muerte de Ahmad Al-Mansur La ocupación de Larache, una plaza para garantizar la navegación en el Estrecho La cotidianidad de una vida de frontera, la permanente alerta de un presidio a medio fortificar CAPÍTULO 2 La seguridad de navegación en la Península Ibérica La defensa del Estrecho, el intento del control del corso en Gibraltar El segundo asalto al Atlántico marroquí, la conquista de La Mamora (1614) CAPÍTULO 3 La política en el Magreb Central: los intentos de conquista de Argel El primer intento de conquista de Argel, la expedición de 1601 La búsqueda de un aliado para debilitar a Argel, el rey del Cuco La jornada secreta, la última quimera de Lerma para mantenerse en el poder La navegación atlántica en el Mediterráneo: Simón Danzer y otros conversos del norte La creación de armadas provinciales para la defensa de las costas peninsulares El Mediterráneo Oriental. Italia la primera línea de defensa ante el mundo otomano-berberisco La última bajada de la flota del Sultán al Mediterráneo Occidental, Cigalazade La búsqueda de la seguridad en Italia: la política en los Balcanes Los virreyes de Sicilia y Nápoles, el primer muro de contención del expansionismo marítimo de Levante BIBLIOGRAFÍA ÍNDICE ONOMÁSTICO Y GEOGRÁFICO ÍNDICE GENERAL  
    Enlace a la editorial
  • felipeIV-tomoIV-vol3
    Hace más de veinticinco años un grupo de jóvenes investigadores iniciamos el estudio de la articulación política de la Monarquía de Felipe II tomando como elemento de análisis los grupos de poder frente al modelo institucional del Estado Moderno, que dominaba entonces en las investigaciones. Pronto nos dimos cuenta de que la nueva metodología que aplicábamos descubría nuevas realidades y señalaba las numerosas contradicciones que escondía el “sistema estatal” (en el que nos habíamos formado). Fue así como iniciamos los estudios de la Corte y Casa Real en los que tuvimos que comenzar por definir (dada la confusión que existía en aquellos años en que en Europa se comenzaba a hablar sobre estos conceptos) lo que era la Corte y la Casa Real (sinónimo de “dinastía”), y a demostrar que, lejos de ser unos elementos concretos de la estructura institucional de las Monarquías europeas de la Edad Moderna, constituían un sistema político con unos fundamentos filosóficos y culturales propios que configuraron las Monarquía modernas. Como hemos explicado varias veces, la “Corte” fue una organización político-social cuyas estructuras emanaron de la filosofía práctica clásica. Aristóteles estaba convencido de la formación natural de la sociedad y de su consiguiente organización. En su libro, La Política, comenzaba afirmando que “El hombre es un animal social”, de donde deducía que, de manera natural, el hombre se veía inclinado a formar la familia y el conjunto de familias conformaban la “República”. Pero sobre todo, es importante señalar que la filosofía práctica tuvo como fin la subordinación del trato humano a aquellos principios éticos y a aquellas virtudes que el padre o el príncipe estaban llamados a encarnar. De esta concepción antropológica se derivaba que la sociedad se articulaba a través de redes de poder no institucionales, esto es, basadas en relaciones personales (patronazgo, clientelismo, familiares, etc.), lo que no resulta contradictorio con la existencia de determinados organismos como los Consejos. Dada la fundamentación del poder, que inducía a que la sociedad se articulase a través de relaciones no institucionales, la Monarquía configuraba políticamente el Reino, tomando la Casa Real como núcleo del sistema, Ya que –como afirma Pierre Bourdieu- “Decir que la casa real tenía como política estrategias domésticas quiere decir que se describen como políticas cosas que no son políticas. Decir que las estrategias matrimoniales están inspiradas por la preocupación de perpetuar la casa es decir que la separación entre la familia real y el aparato del Estado no se había realizado”. Para comprender tan heterogénea realidad es preciso abordarla desde la interdisciplinariedad como método de estudio. Aplicando este modelo metodológico comenzamos a estudiar la Monarquía hispana articulándola por reinados (y no por insensibles estructuras de “larga duración” que podían atravesar varios reinados sin distinguir el contenido y particularidades de cada uno de ellos). Recuérdense las obras sobre la Corte de Carlos V (5 vols.), sobre Felipe II (varias obras), sobre Felipe III (4 vols.) y ahora la de Felipe IV en 11 vols. A través de sucesivos proyectos (siempre con la inclusión de nuevos investigadores, que se han ido sucediendo) hemos ido recorriendo toda la Edad Moderna hasta llegar al final; es decir, cómo desaparece el sistema de la Casa y Corte para transformarse en una nueva organización política y social (siglo XIX). Lo que podemos adelantar es que si bien el significado y función de la Casa Real cambió radicalmente del Antiguo Régimen a la Edad Contemporánea (en la Constitución de 1812 aparece como un organismo más del Estado), no parece que existieran cambios sustanciales en el sistema de Corte, que perduró durante todo el siglo XIX como bien se demuestra, incluso, en la literatura española del siglo XIX (valga como ejemplo, B. Pérez Galdós, La de Bringas). Por si aún cabe alguna duda al crítico lector, es preciso recordar que los estudios que hemos realizado sobre los diferentes reinados, de ninguna manera han pretendido constituir una “Historia de España”, ni siquiera esta extensa obra sobre “La Corte de Felipe IV” pretende ser un estudio “completo” de dicho reinado; nuestro objetivo consiste en establecer un modelo de estudio con la metodología del sistema cortesano (de acuerdo a las obras que ya hemos publicado sobre distintos reinados), que sin duda es diferente de los planteamientos y métodos de los se han utilizado hasta ahora por las distintas corrientes historiográficas. Una metodología que sirva a los investigadores en Humanidades analizar y comprender la realidad social y el mundo de la corte desde su propia especialidad y temática. Esta es la razón por la que han participado numerosos especialistas de distintas materias en el reinado de Felipe IV. En este sentido, nos apresuramos a agradecer a los diferentes profesores, que han participado en la obra, por los trabajos aportados en los temas que ellos son especialistas reconocidos, pues –desde sus conocimientos indiscutidos- nos los han entregado generosamente con el objetivo de contribuir a fortalecer y poner en práctica esta metodología. pdfÍndice Enlace a Polifemo.
  • publicación-Skowron
    Aleksandra Bawicka-Makula, Paweł Duda, Dorota Gregorowicz y Oskar Rojewski. (coords.), Rzeczpospolita, Europa i świat. Interakcje dyplomatyczne i dworskie w epoce nowożytnej (XVI – XVIII w.). Libro dedicado al profesor Ryszard Skowron, Editorial Cum Laude, 2024, 427 pp.
  • ideas-politicas-edad-moderna-hortal-versteegen
    Los profesores de la Universidad Rey Juan Carlos, José Eloy Hortal Muñoz y Gijs Versteegen, miembros del Instituto Universitario "La Corte en Europa", acaban de publicar esta obra que reflexiona sobre la organización y gobierno cortesanos. En la Edad Moderna la sociedad se organizaba social y políticamente a través de la corte. Esta era contemplada como una comunidad moral y política, cuyo fundamento filosófico era el conjunto de las disciplinas ética, oeconomica –del griego oikos, ‘casa’– y política, heredado de la Antigüedad clásica, existiendo una continuidad entre los ámbitos doméstico y político. Es desde este punto de vista desde el que se analizan las ideas políticas y sociales de la Edad Moderna, con un lenguaje dirigido tanto a estudiantes y profesionales como a amantes de la historia y de otras disciplinas cercanas. Para ello, se explica la organización política de la corte, compuesta por casa real, tribunales y consejos, cortesanos y sitios reales, para abordar en los capítulos siguientes el debate sobre las ideas políticas y sociales que legitimaron el gobierno cortesano, como fueron la oeconomica, la libertad política, la virtud y la educación. icon-32-pdfÍndice Más información.
  • indice-agentes1Portada-agentes
    Les presentamos esta nueva publicación de investigadores del IULCE editada por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional del Tucumán. Coordinada por los profesores Guillermo Nieva Ocampo, Rubén González Cuerva y Andrea M. Navarro, esta obra, prologada por el profesor José Martínez Millán, reflexiona sobre la articulación de las cortes de los reinos y territorios de la Monarquía Hispana. En este marco, los cortesanos de todas esas cortes, a través de sus relaciones personales, establecerían los vínculos constitutivos de la Monarquía. En consecuencia, esta perspectiva nos permite estudiar una amplia gama de agentes del poder monárquico: desde los primeros cargos del gobierno de la misma (virreyes, embajadores o ministros), pasando por los cargos eclesiásticos (obispos, arzobispos, inquisidores, predicadores o confesores), hasta individuos singulares que tuvieron contacto o interés con las dinámicas políticas de la Monarquía en cada momento: comerciantes, escribanos, consejeros, esclavistas, corregidores, procuradores, militares o, incluso, nobleza sin cargos. Metodología, la del sistema cortesano, que subyace en la mayoría de los estudios que aquí se presentan.
  • indice-pasado-tradicion-jesusa-vegapasado-tradicion-jesusa-vega
    En las páginas de este ensayo se mira hacia el siglo XIX con conciencia del presente, un presente donde el debate sobre la identidad común cuestiona continuamente el imaginario sobre el que ésta se sustenta, aunque luego en la vida cotidiana sigue funcionando activamente. El objetivo principal de estas páginas ha sido rastrear y registrar cómo contribuyó lo visual a construir ese imaginario, sin pretender en ningún caso la exhaustividad sino más bien al contrario, tratando de centrarse en aquellos hechos relevantes que permiten conocer los dispositivos, estrategias y mecanismos que contribuyeron activamente a esa creación, aunque algunos de ellos, como las galerías de cera, no habían encontrado hasta ahora su lugar. Comprar en Polifemo.
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    Paris, ville de cour (XIIIe-XVIIIe siècle)

    Les historiens s’intéressant rarement au cadre urbain des séjours de la cour, ce livre vise à réconcilier l’histoire de la cour avec l’histoire urbaine en général, et avec Paris en particulier. Il s’agit d’un véritable livre collectif qui explore le problème de la présence physique du roi et de ses gens dans la ville, mais aussi celui des effets socio-économiques et politiques de la consommation curiale dans Paris. Comblant un angle mort de l’historiographie, ce livre montre comment Paris fut la ville de cour par excellence, de Philippe le Bel à la fin de l’Ancien Régime. icon-32-pdfÍndice Enlace al producto.
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    Henar Pizarro Llorente, Esther Jiménez Pablo, Santa María Magdalena de Pazzi: Imagen y Mística – (450 años de su nacimiento 1566-2016), Edizioni Carmelitane, 2016, pp. 263. ISBN. 9788872881583
    icon-32-pdfÍndice Enlace a la web de Edizioni Carmelitane.
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    La mirada de este libro, como su título indica, procede de un lado de la raya, del mío, del “peninsular del este”, no “del oeste”. Todos mis prejuicios, mis experiencias, mis lecturas, mis investigaciones, mis fuentes…están inevitablemente influidas por mi condición de ciudadano español y, por tanto, entiendo que no se corresponden en absoluto con la perspectiva de un lector portugués. Tan cerca como estamos, y a la vez tan lejos, he creído conveniente “castellanizar” (no sé si lo consigo siempre, perdonen las erratas) nombres, lugares, personajes…de la historia de Portugal, no como una muestra de arrogancia, sino como una prueba de respeto a un país que siglos atrás conquistó el mundo no solo con las armas (cuestión siempre controvertida) sino también con las letras. Enlace a la editorial
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    ¿Decadencia o Reconfiguración? Las Monarquías de España y Portugal en el cambio de siglo (1640-1724)

    A lo largo de los años del cambio de siglo la Monarquía hispana se encontró en una encrucijada: o bien seguir la política hispana de Felipe II (Monarchia Universalis), o asumir los dictados de Roma y subordinarse a su jurisdicción. Felipe III optó por esta segunda opción y el papado le concedió el sobrenombre de “Monarquía Católica”. A partir de entonces, los principios sobre los que la Monarquía hispano-portuguesa proyectó su política y estableció su cultura estuvieron basados en el universalismo de la confesión católica dictados por Roma. Los tratadistas políticos se vieron obligados a reformular una teoría política que defendiera y justificara la subordinación del poder de la Monarquía a Roma, al mismo tiempo que las nuevas Órdenes religiosas “descalzas” catequizaban a la sociedad en una espiritualidad que dependía directamente de Roma. Muy pronto, se demostró que el seguimiento de esta política resultaba contradictorio y perjudicial para el sostenimiento e institucionalización de la Monarquía. El mantenimiento económico de la política católica recayó en la Monarquía (preferentemente en Castilla), que no encontró más recursos que el establecimiento de impuestos y el ahorro en la concesión de mercedes y gratificaciones a sus súbditos. Desde este punto de vista, la llamada decadencia de la Monarquía Católica -durante el reinado de Felipe IV- se caracterizó por una serie de contradicciones. Por lo que respecta a la Monarquía portuguesa también se le planteó un nuevo reto tras la independencia obtenida en la misma época. Los Braganza necesitaban una reconfiguración de su Monarquía para poder subsistir con independencia. icon-32-pdfÍndice Enlace a Polifemo

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