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La consecución de una moralidad independiente y sin afectos teológicos durante el reformismo borbónico, secularizó la conciencia que irrumpió en lo social y lo gubernativo, dando paso a las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII, las cuales consideraron la política desde la razón influida por la República de las Letras. No obstante, los conflictos ideológicos y violentos son los que han ocupado la atención de la historiografía, dejando de lado la revolución silenciosa orquestada en el seno del sistema político de las monarquías europeas, esto es, el sistema de corte. En el transcurrir del largo siglo XVIII se produjo una despersonalización del servicio a la Monarquía, institucionalizando su administración, a pesar de su preponderancia a inicios de la Revolución Francesa y, posteriormente, durante el siglo XIX, que para Tocqueville en 1856 todavía identificaba el poder real con la corte. El monarca comenzó a manifestarse como jefe, que no ya como amo; el gobierno de la nación abandonó su papel de soberano para alcanzar el de tutor de la sociedad. Desde nuestra perspectiva, dicha Krísis la entendemos en el sentido puramente aristotélico, es decir, como cambio y movimiento –metábole–, en un momento concreto que determina la conclusión de diversos acontecimientos de un sistema y que ocasiona una nueva ordenación de la comunidad cívica, conocida en el mundo científico como “revolución”. Las diferentes estructuras cortesanas que conformaban los fundamentos de gobierno del reino de España fueron transformando su composición en función de la nueva realidad política, por la que el sistema de casas y sitios reales resultaron insostenibles ante la nueva realidad política desde mediados del siglo XVII.
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Con la afirmación de “Reinos a Naciones” no queremos señalar solamente un problema terminológico, sino que pretendemos referirnos a un cambio de estructura del Estado, que se culminó en el mundo occidental a comienzos del siglo XIX. Desde la Baja Edad Media hasta finales del siglo XVIII, el sistema de gobierno común en Europa fueron las Monarquías, que administraron sus respectivos Reinos. Dicho sistema, aunque evolucionó a lo largo de los siglos modernos, creó una forma de gobierno, de resolver los problemas políticos y un modo de proceder en las relaciones sociales, que se ha bautizado como “cultura cortesana”. Al comenzar el siglo XIX, el sistema político cambió al modelo de “Estado nacional”, fundamentado en los principios políticos emanados del “contrato social” y la “soberanía nacional”. No obstante, si a nivel institucional y político, la transformación resultaba clara, muchos de los elementos de la “cultura cortesana” (de la forma de proceder en el Antiguo Régimen) permanecieron en el nuevo sistema, de ahí que al pasar el foco de nuestra investigación desde la tradición cortesana de la Edad Moderna (siglos XVI, XVII y XVIII) a la Contemporánea (XIX), encontramos procedimientos que siguieron practicándose y que muchos aspectos de la cultura cortesana seguían empleándose en el nuevo sistema político, lo que genera nuevas contradicciones que es preciso investigar. Los estudios recogidos en esta obra muestran que la transformación experimentada en los organismos del “sistema cortesano” hasta convertirse en Estado nacional fueron más progresivos y pausados y menos revolucionarios de lo que nos ha enseñado la historiografía al uso.
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La Corte aparece como un espacio central de estudio en el que abordar la alimentación de distintas épocas. Se trata de un objeto de estudio en el que, a partir de la mesa y cocina real, se vislumbran “las necesidades vitales del monarca como persona concreta, donde cuentan cuestiones particulares como su apetito y su gusto”, al mismo tiempo que refleja las necesidades institucionales para reflejar el poder, la riqueza, el prestigio y la gloria de la Monarquía, así como las necesidades del conjunto de la servidumbre real, donde aparecen representadas las más diversas categorías sociales, los más distantes niveles económicos, las más diversas claves políticas y los distintos sentidos culturales. Es decir, la alimentación en el mundo cortesano abarcaba desde cubrir la necesidad vital más estricta hasta el simbolismo político, económico y cultural más elaborado. Esta obra recoge un conjunto de trabajos que revelan que la Corte, como ejemplo y referencia que pretendía ser en todo, se erigió también en la alimentación como síntesis e inspiración de distintas épocas.
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PRESENTACIÓN / Félix Labrador Arroyo y Jorge Pajarín Domínguez GESTIÓN Y PRODUCCIÓN DE LAS HUERTAS DE LA CASA DE CAMPO EN EL SIGLO XVII / Félix Labrador Arroyo À MESA COM AS RAINHAS DE PORTUGAL (SÉCULOS XV-XVIII) / Maria Paula Marçal Lourenço “CILANTROS Y RÁBANOS NO VAN A LA MESA DEL REY”. LAS LEGUMBRES Y LA MESA REGIA EN EL SIGLO XVI EN PORTUGAL / Ana Isabel Buescu LAS LEGUMBRES EN LA COCINA CORTESANA DE LOS AUSTRIAS / María de los Ángeles Pérez Samper LA PRESENCIA DE LAS LEGUMBRES EN LAS MESAS DE LOS BORBONES. UNA APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DE LA ALIMENTACIÓN CORTESANA EN ESPAÑA / Natalia González Heras LA ALIMENTACIÓN EN EL REINADO DE FERNANDO VII (1808-1833) / Alejandro Gutiérrez Pacios LA COCINA EN LA ESTRUCTURA DE LA CASA REAL DESDE EL SIGLO XVI HASTA LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA DE BORBÓN (SIGLO XIX) / Cristina Bienvenida Martínez García CRISIS EN LA COCINA DE PALACIO. LOS OFICIOS DE BOCA DURANTE EL REINADO DE FERNANDO VII Y LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA / Jorge Pajarín Domínguez SERVIR LAS REALES MESAS: LA RESTRUCTURACIÓN DE LOS OFICIOS DE BOCA DURANTE REINADO DE ISABEL II / Natalia Teja Reglero Enlace a la editorial. -
REVISTA LIBROSDELACORTE.ES Nº21, AÑO 12, OTOÑO-INVIERNO (2020)
La actividad teatral cortesana en la España del barroco
ISSN:1989-6425; https://doi.org/10.15366/ldc2020.12.21A través de todos los trabajos del monográfico, sus autores esperan no sólo contribuir modestamente al mejor conocimiento del teatro cortesano español del siglo XVII, lo que, sin duda, ayudará a comprender de manera más completa la actividad teatral aurisecular en su conjunto, sino también suscitar interés por explorar otras vías críticas menos transitadas e incluso indagar en otras nuevas.Junto a dicho monográfico, también encontrarán los siguientes artículos:VICTORIA BOSCH MORENO Y OSKAR J. ROWESKI: La Virgen de la Cuchillada en el Monasterio de las Descalzas Reales de MadridISABEL DRUMOND: Da Corte portuguesa para as Cortes marroquina e argelina:os presentes diplomáticos por ocasião dos resgates de cativos no século XVIIIZOLTÁN KORPÁS: Lo que no figura en “La Expedición”: El motín del tercio viejo de Bernardo Aldana en Hungría, 1553ROBERTO MORALES ESTÉVEZ: El arquetipo del nigromante: magia, mito y rito en San Lorenzo de El EscorialFELIPE SERRANO ESTRELLA: La Roma española de Miguel de Erce Ximénez -
Pocos temas de la Historia de España han suscitado tanta atención y publicaciones como «las Comunidades de Castilla», un conflicto que tuvo una importancia singular, como demuestra el extenso debate historiográfico sobre su definición, naturaleza y características. Este libro pretende avanzar en el marco historiográfico sobre el tema, aportando, desde distintas perspectivas, novedosas contribuciones para el conocimiento de las dimensiones políticas, económicas, sociales y territoriales de las Comunidades de Castilla. A lo largo de los distintos trabajos, sus autores han expuesto diversas facetas del conflicto poliédrico que fueron las Comunidades, en cuya gestación y desarrollo intervinieron múltiples factores. La ruptura dinástica representada por el advenimiento de Carlos de Austria constituyó un elemento fundamental en los orígenes del movimiento comunero, ya que conllevó cambios sustanciales que propiciaron situaciones de crisis y conflictividad de toda índole: la quiebra del «contrato político» entre el Reino y el nuevo soberano y su Corte, la oposición a la política de gasto, el rechazo a la sucesión imperial, la lucha por el poder en el seno de los gobiernos municipales, etc. Dentro de esta complejidad, creemos haber dado cuenta de los matices implícitos en la utilización de conceptos como rebelión, revuelta, guerra civil o revolución, pues en las Comunidades, como es sabido, a nivel social y político se produjeron diferentes niveles de conflicto, tanto en el tiempo como en el espacio. Aquí adquiere especial relevancia el conocimiento de los agentes protagonistas de las Comunidades y de las dinámicas urbanas y rurales, a las que se dedican varios trabajos. Y, a nuestro juicio, el marco secular en el que debe situarse el cúmulo de conflictos debe ser el proceso de configuración de la Corte. Las Comunidades significaron una fractura en esta estructura de poder formada por instituciones y redes de patronazgo y clientelismo que articulaban el gobierno, las relaciones sociales y el territorio. Así se entiende, además, que, después de las Comunidades, las reformas de la Corte resultaron fundamentales en la recuperación del «pacto» que unía al soberano con las diversas élites sociales de la Corona de Castilla. Introducción e Índice
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José Eloy Hortal Muñoz, Félix Labrador Arroyo, Jesús Bravo Lozano, África Espíldora García, 2020.
Las Capillas Reales, fundamentales en las monarquías de la Edad Moderna, tenían como objetivo principal atender las necesidades litúrgicas del rey y, por extensión, de la familia real y de los residentes en la corte. Del mismo modo, eran las encargadas de propagar y supervisar la espiritualidad apoyada por los soberanos a todos los rincones de su reino. Tal espiritualidad era un aspecto esencial para la justificación del poder, la preeminencia de las instituciones, tanto eclesiásticas como temporales y, en el caso de la Monarquía Hispana, para sus relaciones con la Santa Sede. La conocida durante el siglo XVII como “Monarquía Católica” era un poder global que buscaba hacer visible la autoridad regia en todos sus territorios, para lo que necesitaba difundir una espiritualidad adecuada a sus intereses.El presente volumen pone a la luz el ceremonial que el portugués Manuel Ribeiro, maestro de ceremonias de Felipe IV, elaboró durante dos décadas por encargo de los monarcas hispanos, en lo que constituye una fuente de primer orden para el conocimiento de la corte madrileña del siglo XVII. El manuscrito se acompaña de un riguroso estudio introductorio y de unos índices que ayudan a su consulta.
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Con el conjunto de quince trabajos que acoge este volumen se pretende asediar un tema tan fecundo en la narrativa del Siglo de Oro como el de la simbiosis múltiple entre historia y ficción, cuya “relación […] es más compleja –decía Paul Ricoeur– de lo que jamás pueda decirse”. Sin renunciar a ninguna de las valencias de la ‘historia’ (desde la categoría que da cuenta de los acontecimientos y se adentra en lo social, lo religioso, lo económico, etc., hasta la que se concibe como relato verdadero, frente a lo ficticio o fabuloso), el análisis de este abigarrado campo de estudio nos pone frente a otros conceptos de tantas aristas como los de ‘verdad’, ‘objetividad’ o ‘tiempo’. A partir del binomio ‘historia’ y ‘ficción’, fundidos en la ‘historia ficticia’ o ‘ficción verdadera’, en este volumen colectivo se presenta una serie de estudios que penetra en líneas de trabajo tan fecundas –siempre en los márgenes del Siglo de Oro y sus proximidades– como la recepción, la traducción, el comparatismo, la cortesanía o los géneros literarios.
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La Monarquía española consolidó su organización política y sus estructuras de gobierno durante el siglo XVI. Al mediar la centuria, cuando Felipe II accedió al trono, la Monarquía se describía como una entidad política plural, un conglomerado de reinos articulados políticamente, pero independientes los unos de los otros; los reinos de Aragón, Cerdeña, Mallorca, Nápoles, Navarra, Perú, Nueva España, Portugal, Sicilia y Valencia, así como el principado de Cataluña, fueron gobernados por virreyes. Aquellos que cumplían la función del rey en el lugar del rey permitiendo la ficción de que cada territorio seguía conservando a su propio soberano sin ser gobernados desde el extranjero. En esta categoría podrían añadirse, además, a los gobernadores de Milán y de los Países Bajos que actuaban como vice duques y no disponían del cargo de virreyes por no gobernar reinos. Todos ellos eran alter ego, otro yo, del soberano y gobernaban los territorios en su nombre. Duplicar la persona del rey puede ser una forma original de salvar las dificultades que plantea la distancia, pero, en un conjunto de territorios que no tenían más identidad común que la de tener un mismo soberano y profesar la misma confesión, el gobierno de lugares tan distantes debía articularse y coordinarse para evitar la quiebra del sistema. En esta obra veremos las distintas formas con que el factor distancia alteró, determinó o dificultó la gobernabilidad de tan extenso imperio y cómo fue concluyente para su construcción y también para su decadencia y liquidación en la Crisis del Antiguo Régimen. Índice e Introducción
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Próximamente saldrá a la venta la última publicación del Instituto Universitario "La Corte en Europa". La Monarquía española durante la Edad Moderna no fue una entidad política centralizada con leyes e instituciones comunes en todos los territorios que la compusieron. Todo lo contrario, fue una yuxtaposición de reinos, en los que cada uno conservó su propia organización política y administrativa conforme se fueron uniendo (desde el siglo XV), ya fuera por herencia o por conquista, que estaban bajo la jurisdicción de un mismo monarca. Esto significó que no solo existieron instituciones y legislación diferentes, sino también que cada reino mantuvo su propia casa real y su corte aunque el rey no residiera permanentemente en ellos (esta deficiencia venían a llenarla los virreyes). La diversidad de casas reales llevó a numerosos enfrentamientos entre los servidores de las distintas casas, al mismo tiempo que suponía un gasto desmesurado para las rentas de la corona. Durante los siglos XVIII y XIX se fueron precipitando una serie de cambios en la corte y en la casa real que tuvieron un alcance más profundo que la mera preocupación por ajustar el presupuesto. Cuando se analizan detenidamente estas trasmutaciones se percibe que respondían a una evolución de la organización política de la Monarquía (como sistema cortesano) hasta transformarse en el Estado liberal. La casa real, núcleo desde donde se había iniciado la corte en la Baja Edad Media, comenzó a experimentar una serie de transformaciones que eran síntoma de la descomposición de la organización política y cultural tradicional, que presagiaban un nuevo tipo de Estado. AUTORES Beatriz BLASCO ESQUIVIAS Álvaro CÁNOVASMORENO Natalia GONZÁLEZ HERAS Félix LABRADOR ARROYO Roberto LÓPEZ VELA Cristina B. MARTÍNEZ GARCÍA José MARTÍNEZ MILLÁN David QUILES ALBERO Carlos REYERO HERMOSILLA Jesús Ángel SÁNCHEZ RIVERA Natalia TEJA REGLERO Jesusa VEGA GONZÁLEZ
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El objetivo de este estudio es introducirnos en el proceso de formación, consolidación y crisis de una elite de poder indiana, los Gálvez, que se configura a partir del acceso a la cúspide del aparato de estado de Indias por parte de José de Gálvez, al asumir conjuntamente desde 1776 y hasta su muerte en 1787 la secretaría de Indias y la presidencia del consejo, con lo que concentraba en sus manos todos los poderes ejecutivos y judiciales en ese ámbito. Nuestro planteamiento no consiste en un estudio exhaustivo de la política entabladas por el marqués de Sonora durante su célebre visita a Nueva España, ni sobre sus reformas con la creación de las intendencias o sobre el comercio indiano, que ya han merecido abundantes estudios de profesores como Luis Navarro, John Fisher, José María Delgado Ribas y un largo etcétera, sino el de abordar en toda su profundidad la estrategia familiar y las redes de poder establecidas por el linaje Gálvez para tratar de consolidar el clan, dándole permanencia y continuidad a través de su incrustación en las instituciones indianas. Tras una visión de conjunto del proceso de forja, consolidación y decadencia de los Gálvez como una elite de poder en Indias, nos centraríamos primeramente en la formación y promoción socio-política de su patriarca y fraguador, José de Gálvez, aspecto primordial para entender la consolidación de ese grupo de poder. Introducción e Índice
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La riqueza política, económica y cultural del «mundo del caballo» no ha sido tratada con la importancia que se merece. En este segundo congreso -que organizamos conjuntamente Córdoba Ecuestre y el IULCE-UAM- pretendemos llamar la atención sobre otros aspectos distintos a los que ya estudiamos en el congreso anterior, cuyas actas publicadas constituyen la primera monografía de la colección Las caba-llerizas reales y el mundo del caballo que se pone en marcha.11 Las aportaciones del segundo encuentro científico se recogen en es-ta nueva publicación, coeditada por el Instituto Universitario “La Corte en Europa” de la Universidad Autónoma de Madrid y Córdoba Ecuestre. Queremos resaltar la ayuda prestada por Córdoba Ecuestre en la or-ganización y desarrollo del mencionado congreso internacional, así como la difusión que hicieron los medios de comunicación, de manera especial el Diario Córdoba al que agradecemos su interés. La actividad que vienen desarrollando ambas instituciones se en-cuadra dentro del proyecto de investigación europeo (del que Córdoba Ecuestre forma parte, al igual que el IULCE-UAM) «La herencia de los reales sitios. Madrid, de corte a capital (Historia, Patrimonio y Turis-mo)» (H2015/HUM3415) de la Convocatoria de Programas de I+D en Ciencias Sociales y Humanidades 2015 de la Comunidad de Madrid financiado por el Fondo Social Europeo. Texto completo